¿Qué es la empatía?

Las referencias a la empatía están bastante extendidas en el lenguaje coloquial. Solemos emplear frases como “ponerse en la piel del otro”, pero, ¿Sabemos exactamente lo que es la empatía?

La primera mención al concepto fue en la tesis doctoral de Robert Vischer, en 1873, utilizando el termino alemán: EinfÜhlung (sentirse dentro de).

La empatía es fundamental para nuestro desarrollo moral y la supervivencia, ya que permite comprender lo que sienten los demás y sobrevivir en el contexto social. Para algunos es muy sencillo ser empático, es innato. Pero para otros es complicado y pueden aprender a serlo. La empatía es algo que puede aprenderse, pero hay que saber diferenciar cuando es un contagio, cuando es simpatía o cuando es empatía.

 

empatia-277x300El sistema de neuronas implicado en la empatía aparece en el neonato, pero solo se desarrolla si se estimula a través de la interacción social. Sobre los dos años, cuando hay un desarrollo emocional y cognitivo, toman la perspectiva del otro. Aparece la empatía y son capaces de consolar. Cuando este desarrollo no es el correcto nos encontramos ante niños con problemas para empatizar e incluso violentos y con problemas para expresar sus propias emociones o entender las de los demás.

 

El contagio emocional:

El contagio emocional ocurre, como su nombre indica, cuando nos contagiamos de las emociones ajenas. Reír o llorar con los demás. Que nos afecten sus emociones. Pero no lleva necesariamente a la empatía.

También puede darse el contagio ante comportamientos, expresiones o actos reflejo, como el bostezo. Este aparece cuando tenemos sueño, cuando nos aburrimos, e incluso lo relacionan con el deseo sexual. Es desencadenado por los andrógenos y la oxitocina, sustancias relacionadas con la empatía. La parte social también es un indicador básico de empatía, y nos contagiaremos más cuanto más apego tengamos con esas personas. Solemos empatizar más con las personas más cercanas.

Neuronas espejo:

Neuronas espejo: Neuronas que se activan cuando observamos lo que hace, percibe o siente otra persona. Es decir, se trata de neuronas que reflejan los que observan, por lo que se comportan como un espejo. Son por ejemplo las que se activan cuando vemos a alguien bailar o llorar.

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Los primeros estudios: Universidad de Parma (Giacomo Rizzolati): Trabajaron con monos en los que vieron que el hecho de observar una acción hacía que se activase la parte del cerebro relacionada con el control del movimiento. En uno de sus experimentos, acercaron por casualidad un caramelo al mono y observaron que el aparato marcó un incremento de la actividad en la parte del cerebro perteneciente al movimiento, aunque este permanecía inmóvil. En realidad, había visto al experimentador cogerlo.

Estudios en humanos: Son neuronas que permiten captar las intenciones de los demás, lo que es fundamental para la empatía y otras cogniciones sociales de gran importancia, por lo que multitud de investigaciones se dieron en la búsqueda de neuronas espejo en el ser humano. Y fue con la Resonancia magnética funcional que se vio que algunas áreas del cerebro se activan cuando observamos una acción en los demás, como por ejemplo coger un vaso de agua. Así que parecía estar probado, las neuronas espejo existen en nuestra especie y nos permiten inferir que intención tiene la persona observada. Un buen ejemplo es la conducción, ya que debemos adivinar de forma constante las intenciones que tienen los otros conductores.

Diferencias interpersonales: No todo el mundo tiene el mismo nivel de activación de las neuronas espejo. De hecho, son las personas más empáticas las que tienen una mayor activación de las mismas. Por esta razón, permitirían explicar cómo somos capaces de acceder a las mentes de otros y comprenderlas, facilitando así las relaciones sociales. Disponer de estas neuronas hace que me sienta mejor o peor en función del estado emocional de los que nos rodean.

Empatía y simpatía (Empatía exacta y empatía subjetiva):

A veces recurrimos a nuestra propia experiencia, haciendo una valoración y un juicio centrado en nosotros mismos cuando se trata de un problema ajeno. Pero no llegamos a entender al otro, solo simpatizamos. Esto sería la empatía subjetiva. La empatía exacta es cuando de verdad comprendemos al otro.

Muchas personas se quedan en la primera porque les resulta muy difícil empatizar de forma objetiva. Pero debemos empatizar en lugar de simpatizar y ponernos en el lugar del otro sin hacer tuyo su estado emocional. Es beneficioso para la otra persona, porque se siente escuchado y comprendido, y tú te sientes útil porque has contribuido a mejorar su bienestar psicológico. Al simpatizar lo que estamos haciendo es contagiarnos de sus emociones y sentirnos como la otra persona. No serviríamos de gran ayuda.

Cuando la otra persona tiene un vínculo fuerte con nosotros es más difícil empatizar y tendemos a simpatizar. Nos contagia y su dolor nos duele. Es lo que pasa con personas que tienen a su cargo a algún familiar enfermo. Acaban con ansiedad o depresión. No pasa lo mismo si empatizas. Por eso los profesionales de la salud no tratamos a nuestros familiares y tenemos que utilizar la empatía exacta para poder ser útiles a nuestros pacientes.

Podréis entenderlo mejor clicando en este enlance y viendo el vídeo:

La empatía y la simpatía

¿Cómo ser más empático?

Entrenamiento con meditación para la mejora de la empatía (Sweet y Johnson): es una técnica derivada del budismo mahayana que permite el desarrollo de la empatía.

  • Comienza con una iniciación a la meditación.
  • Luego se enseña a crear una imagen de otra persona (primero de uno mismo, luego de un ser querido, de un desconocido y, por último, de un enemigo).

Durante el programa se van generando y desarrollando sentimientos de compasión y empatía. Esta técnica está especialmente indicada en los trastornos de personalidad con déficit de empatía, como el esquizoide, el narcisista o el antisocial. También se puede utilizar para entrenar a los psicólogos.

En la actualidad se habla mucho del “mindfulness”, un tipo de terapia centrado en la conciencia plena. Permite mantener la atención centrada en un objeto durante el tiempo que estimes. Por tanto, estas centrado en el presente, con una actitud abierta y con el fomento de la aceptación y la curiosidad. Sus principios fundamentales son: abandonar los prejuicios. Estar abierto a la novedad y conocerse a uno mismo. Si lo piensas bien, son los mismos que para la empatía.

Por otra parte, ciertas actitudes o habilidades hacen que se pueda mejorar la empatía. Una de ellas es la asertividad, que conlleva una comunicación más directa, más clara y más empática. La asertividad es la capacidad de expresarnos con honestidad y respeto, pero de forma directa, diciendo exactamente lo que queremos o necesitamos, pero sin agredir a nadie.

El desarrollo de la empatía va parejo también al del juicio moral. En el modelo teorico clásico, el desarrollo moral se produce en varios niveles que se van alcanzando con la edad.

  • Hasta aproximadamente los diez años, los niños consideran que es bueno aquello que ellos mismos o la autoridad marcan. Por esto ven justo que la autoridad marque lo que hay que hacer, y sus actos morales se guían por el miedo a que se los castigue y el deseo de ser premiador.
  • Sobre los 13-14 años se considera justo aquello que es ventajoso y elimina inconvenientes, por lo que funciona el “ojo por ojo” (siempre y cuando no afecte a uno mismo y a los demás).
  • A los 16 años, la mayoría queremos ser buenas personas, se entiende como justo lo que beneficia las relaciones sociales y el cumplimiento de las leyes.
  • Pero solo algunas personas llegan a considerar los ideales y principios morales universales, y ello se produce a partir de los 20 años. Para estas personas se entiende como moral todo aquello que respeta los derechos humanos de igualdad, libertad y dignidad.

 

Javier Comes Fayos. Neuropsicólogo.

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Noelia Rodríguez Rosalén. Psicóloga Jurídica y périto forense.

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